martes, 15 de mayo de 2012

CANTAR DE LOS CANTARES. CAPÍTULO 2.


ELLA       2 1 Soy un narciso de Sarón, una azucena
                        de las vegas.
ÉL                   2Azucena entre espinas
                        es mi amada entre las muchachas.
ELLA             3Manzano entre los árboles silvestres,
                       es mi amado entre los jóvenes:
a su sombra quisiera sentarme
y comer de sus frutos sabrosos.
4Me metió en su bodega
y contra mí
enarbola su bandera de amor.
5Dadme fuerzas con pasas
y vigor con manzanas:
¡desfallezco de amor!
6Ponme la mano izquierda
bajo la cabeza
                        y abrázame con la derecha.
ÉL.                 7¡Muchachas de Jerusalén,
                       por las ciervas y las gacelas
                       de los campos, os conjuro,
                       que no vayáis a molestar,
que no despertéis al amor,
hasta que él quiera!



Primavera



ELLA             8¡Oíd, que llega mi amado
                       saltando sobre los montes,
                       brincando por los collados!
                       9Es mi amado como un gamo,
                       es mi amado un cervatillo.
Mirad: se ha parado detrás de la tapia,
atisba por las ventanas,
mira por las celosías.
                       10Habla mi amado y me dice:
ÉL                 «¡Levántate, amada mía,
                       hermosa mía, ven a mí!
                       11Porque ha pasado el invierno,
las lluvias han cesado y se han ido,
12brotan flores en la vega,
llega el tiempo de la poda,
el arrullo de la tórtola
se deja oír en los campos;
13apuntan los frutos en la higuera,
la viña en flor difunde perfume.
¡ Levántate, amada mía,
hermosa mía, ven a mí!
14Paloma mía que anidas
en los huecos de la peña,
en las grietas del barranco,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz,
porque es muy dulce tu voz
y es hermosa tu figura».
15Agarradnos las raposas,
las raposas pequeñitas,
que destrozan nuestras viñas,
nuestras viñas florecidas.
ELLA           16iMi amado es mío y yo soy suya,
                     del pastor de azucenas!
I7Mientras sopla la brisa
y las sombras se alargan,
retorna, amado mío,
imita al cervatillo
por montes y quebradas.

2,1-7 El movimiento contemplación - deseo - posesión se repite varias veces en el libro. 2,1 Os 14,5.
2,7 Creo que esta invocación la pronuncia él, como en 8,4; casi en inclusión mayor. En 3,5 es dudoso quién lo pronuncia, probablemente ella.  
2,2-3 Se puede entender como ponderación: lo que va de la azucena a las espinas, lo que va de un árbol frutal a otros silvestres. La sombra dice protección, pero la amada no se conforma con ella.  
2,4 "Bodega" o sala del banquete. La bandera o enseña puede referirse a él o al salón. Prefiero lo primero. Sutilmente sugiere una milicia cuyo estandarte es amor. También es la señal del palanquín, 3,10.  
2,8-14 La primavera, cuando la vida en torno despierta, como tiempo del amor. Ahora ella se encuentra en casa y le toca a él venir a encontrarla. Antes de entrar espía curioso, quizá receloso. Y la invita a salir al campo, que convida a los amantes con cantos de aves y aromas de plantas. Pero ella es esquiva, como paloma torcaz; o finge esquivez aposta, para provocar, hasta que él prorrumpe en su petición: oírla, verla. Al principio era ella quien clamaba: oíd, mirad.  
2,13 Repetirá la invitación en 4,8; allí lejana.  
2,15 La versión española imita rigurosamente el ritmo del original. Unos piensan que esos raposos destrozones son otros pretendientes importunos. Por su pequeñez despreciable y sus efectos funestos, podrían referirse a riñas, tensiones, malentendidos entre ambos. Hay que salir al paso cuanto antes, no vayan a malograr el fruto ya cercano.  
2,16 Síntesis escueta y perfecta; se repite en 6,3. Tomo la partícula be- como régimen del verbo apacentar (cfr. Gn 37,2; 1 Sm 16,11): ella es el campo de azucenas, la nueva tarea del pastor.  
2,17 Todavía es de día, y él debe apresurarse. Será diverso por la noche que se echa encima.

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